viernes, agosto 04, 2006
Pedaleando...
Esta fue una semana infernal aquí en Nueva York. En varias ocasiones el termómetro superó los 100º Fahrenheit, y con el factor de humedad mas bien parecía 120º… un puro infierno.
Hoy viernes, la temperatura se normalizó bastante y como ya tenia una semana sin montar bicicleta, uno de mis tantos vicios, pues me largué a Breezy Point en Queens.
Breezy Point es un vecindario playero, algo así como lo que uno encontraría en la costa de las Carolinas, no en Queens, NY. Está en la punta oeste de Rockaway Beach. Es facil llegar, sólo hay que seguir Rockway Blvd. hasta que diga “Dead End”, no te puedes perder.
Me encanta pedalear en Breezy Point porque es como que no estuviera en NY. Es lo mejor que puedo hacer sin realmente salir de la ciudad. El olor es frescamente diferente.
La trayectoria me lleva a atravesar Jamaica Bay desde Brooklyn por el Gill Hodges Briedge. Por la inclinación y distancia de este puente cruzarlo es suficiente ejercicio por una semana para mucha gente, pero a la verdad es aquí donde comienza mi disfrute.
En el punto medio del puente me detengo brevemente en el paseo peatonal para sacar mi celular y tomar una foto de la bahía con el sol ocultándose. Click. La foto se ve medio oscura, pero que puedo decir, la tomé con un Treo 650 no una Canon 20D. Guardo el cell en la mochila y a pedalear de nuevo, pero ahora es de bajada.
La bicicleta me dice que no necesita mi ayuda, y es cierto, la gravedad toma control. Poco a poco aumenta la velocidad. A mi derecha una barrera me separa de una dolorosa y húmeda caída a la bahía, y a la izquierda otra barrera pero ahora separandome del trafico. Al final de la bajada hay una curva hacia la derecha medio brusca y casi pierdo control. Gracias a Dios, nada pasa y continua mi rumbo.
Esta es una zona muy verde. La plantación esta muy crecida y no hay muchas casas. El olor a flores combinado con el mar es inmediato. Pedaleo muy relajadamente, pero sin salirme del carril para ciclistas y corredores. Algunos de los carros pasan con mucha prisa, y como no quiero convertirme en puré trato de quedarme en mi carril, el cual cuenta con muy poco espacio ya que cerca hay una playa y todo el mundo ha parqueado sus carros en la acera pero aun me estorban. Ignorantemente, subo el volumen de mi iPod para no escuchar los automóviles pasarme a tanta velocidad. Curiosamente, todas las canciones estuvieron perfectas para el momento. Nunca tuve que cambiar ninguna de las canciones. Es como si escuchara una lista sonora previamente arreglada y no era así, el iPod estaba en shuffle.
El olor vuelve a cambiar. Ahora, huele a hamburguesa. Diantre que rico huele. El sentido del olfato es muy importante para mi. Por muy grata que sea una experiencia, si los olores no cooperan los recuerdos no son muy buenos. Por eso hay que oler bueno y siempre hay que tener al mal aliento lejos.
Volviendo a mi tarde ciclística, después de un rato finalmente llego a Breezy Point. Es una urbanización privada y cerrada a visitantes no invitados, pero no me detienen y cruzo el gate. Ya esta área es totalmente poblada. Todas son casas grandes y bien mantenidas. La gente se ve muy relajada y bronceada. Pero claro, es una comunidad playera.
Después de más tiempo pedaleando llego a un Dead End. Me detengo, ahora a mi derecha tengo un club deportivo y a la izquierda dunas de arena. Entre las dunas hay un caminito el cual me imagino que me llevará a una playa. Claro está, como dominicano al fin acostumbrado a playas de verdad, no me esperaba nada del otro mundo, y como les recuerdo estoy en NY.
Ya son las 7:00 PM y no me esperaba a nadie, pero después de atravesar las dunas me encontré a varios pescadores y familias bañándose y teniendo picnincs. En la orilla me encuentro un horse shoe crab, animalito raro ese. Parece un Armadillo acuático. Nuevamente, trato de tomar más fotos pero vuelven a salir oscuras. Que pena. El atardecer estaba empezando a brillar.
Después de un ratito arranco devuelta a la casa. El mismo camino de regreso, y no es que me moleste pero es que no hay otra ruta.
Aunque no estaba cansado agradecía que ahora estaba un poquito más fresco. A pesar de que solo tenia una semana sin salir a montar bicicleta la falta que me hacia era muy grande.
He montado bicicleta desde que memoria tengo. No soy Lance Armstrong ni nada por el estilo, pero puedo durar horas y horas, en ocasiones un día completo pedaleando sin rumbo fijo, solo así… pedaleando.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Me gustó el recorrido. !Cómo se nota que lo disfrutaste! Sentí la brisa fresca tocandome la cara mientras nos llevaba de la mano con tu relato.
Un saludo
Publicar un comentario